…ya hace tiempo lo había intuido, lo creí y lo defendí; en su momento aprendí que las palabras son sagradas. Que es de tenerles su respeto pues en ellas se va cada una de las sílabas que nos dan aliento y que, creo o intuyo, que nos develan quiénes somos.
¡Qué lástima que sólo algunos las respetemos tanto! ¡Qué lástima que se nos llenen de sin-sentidos… que se traten de presentar como respuestas tontas a preguntas que merecen respuestas simples…
P.B.
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